Un día, al volver de
clases a su casa, Andressa, más conocida como Caperucita Roja, estaba decidida
que tenía que pasar por una casa que, por lo que le había dicho una amiga, era
muy hermosa y donde existían hadas y príncipes encantados. Decidida Caperucita Roja
fue hasta allí.
Al entrar en la
puerta notó un letrero que decía: «Prohibido el paso a los niños que no pueden
soñar».
Caperucita Roja al
leer que había niños que no podían soñar, se le fue el pensamiento e imaginó
cómo sería la noche de los niños no soñado. Volviendo a tierra decidió entrar; caminando
por el jardín todo parecía normal, como en un hogar de verdad, pero llegando a
puerta de entrada algo le dijo que no entrara. Por otra parte tenía una enorme curiosidad
en ver su interior.
Al entrar se encontró
con todo lo que había soñado todos los años de su vida: la montaña rusa, el perro
rojo, el encuentro con su padre que había muerto, el viaje a la tierra de los
abuelos en los Alpes franceses que su madre le había prometido el pasado
verano.
Al despertar, vio
que todo no habían pasado de un sueño y que ya era tarde, para ir a recoger el
cesto a la casa de la abuela.
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