Ejercicio de escritura de E/LE. El reto es este: Ahora serás tú el escritor. Redacta tu versión del cuento “La Caperucita Roja”. Te puedes basar en el texto el original y alterar lo que quieras. Vamos a ver qué tal los resultados 😁
miércoles, 29 de abril de 2015
Una historia moderna
Madre: Caperucita, ¿dónde estás?
Caperucita: Estoy aquí madre, navegando un poco por Internet. ¿Qué quieres?
Madre: ¡Siempre lo mismo! … agarrada al móvil… necesito que vas a casa de tu abuela a llevarle esta cesta.
Caperucita: Aguarda solo un ratito que me voy a maquillar.
Madre: ¡Déjate de cosas que no hay tiempo!
Después de arreglada, Caperucita salió camino a la casa de la abuela, y en medio del camino se encontró con un lobo.
Lobo: Vas con tanta prisa que sería más rápido ir por el bosque.
Caperucita: ¿Bosque? Mitad de los árboles los cortaron y la otra mitad se quemó.
Tras esta pequeña charla el lobo la siguió a través del bosque y cuando llegó a casa de la abuela cerró la puerta al verla acostada.
En caza de la abuela sucedió lo que suele suceder… el lobo disfrazado de abuela y … bla, bla, bla…
Pero, de repente, cuando los cazadores corrían detrás del lobo, este se paró para atender su móvil y así lo capturaron.
La Caperucita de siempre: desobediente
Un día la madre de la Caperucita Roja se acercó de ella y le dijo: - Caperucita Roja, mira, mamá ha hecho una comidita para tu abuelita que está enferma. ¿Se la puedes llevar?. Caperucita Roja dijo que sí.
Pero en lugar de ir por donde su madre le había dicho, se fue a un camino directo por donde andaba un lobo.
Cuando llego a casa extrañó el silencio.
Entró a casa de la abuelita, y se preguntó por qué la abuela estaba tan rara. Ni unos minutos pasados, Caperucita Roja se dio cuenta de que no era su abuela, sino el lobo, y salió corriendo a pedir auxilio.
Un oso que andaba por allí la ayudo a sacar a la abuela de la panza del lobo, mientras este dormía. Al cabo de un rato el lobo se despertó y sintió una terrible sed y se fue corriendo al río a beber agua pensando que la pesadez de su barriga era por la abuela de Caperucita. Al acercarse a la orilla, la barriga le pesaba tanto, tantísimo que se tambaleó y cayó al agua, ¡y se ahogó!
Y Caperucita Roja había aprendido una lección: seguir los consejos de su madre.
domingo, 26 de abril de 2015
¿Qué sucedió? Una historia diferente
Érase una vez un niño que vivía en un bosque con su madre. Era un niño muy simpático y guapo, y que iría a visitar su abuelo, que estaba muy malo.
Estaba el niño en el bosque, cuando, de repente, oyó un ruido muy raro. Se asustó, pero se quedó aliviado cuando se dio cuenta de que era tan solo un pájaro. El niño llevaba como merienda copos de avena, berros y una botella de vino. Cuando llegó a casa de su abuelo, llamó a la puerta y el abuelo abrió la puerta. El niño y su abuelo pasaron horas charlando y comiendo. Después, el niño se despidió y volvió a su casa.
Bien, cuando llegó a su casa, el niño abrió la cesta de la comida y se espantó cuando vio una nota que decía: “Gracias por la merienda, pero aún tengo hambre”.
Han pasado 10 años desde ese día y nunca más se ha vuelto a hablar del niño, de su madre y del “abuelo”.
Caperucita Roja y las falsas amigas
Érase una vez, una niña llamada Alicia, más conocida por Caperucita Roja y que tenía catorce años.
Cierto día, ella y sus amigas decidieron visitar a su abuela, pues estaba muy enferma.
Cuando pasaban por el bosque, apareció un señor muy calvo llamado Florentino Pérez y les dijo que no podían pasar porque un lobo había atravesado el bosque y lo había destruido todo.
Las chicas iban a preguntarle al hombre si no había otra posibilidad cuando, de repente, apareció el lobo que había destruido el bosque y se comió a Caperucita Roja.
Sus amigas, asustadas, desaparecieron y dejaron a Alicia en el vientre del Lobo.
Florentino Pérez también desapareció, pero para ir a buscar ayuda. Cogió un tronco y se lo clavó al lobo para que Alicia saliese de la boca del lobo.
Cuando Alicia salió, le preguntó furiosa por su abuelita y el lobo le mostró dónde estaba la abuela.
Este cuento tiene una moraleja: mostrar que los amigos son verdaderos cuando están en los peores momentos y no solo en los mejores.
Adiós al Lobo malo
Érase una vez una niña que lleva siempre una caperucita roja. Un día su madre le pidió que llevase un cesto con remedios a la abuela, que vivía en medio del bosque y le dijo que tuviese cuidado. En el camino hacia la casa de su abuela la Caperucita encontró un Lobo que le preguntó a dónde iba ella. Esta le dijo que iba a casa de su abuela, que estaba muy enferma. Entonces el lobo le dijo a Caperucita que por el otro camino era más rápido y ella se lo creyó.
El lobo fue por el camino más corto y llegó primero a casa de la abuelita.
Él entró en la casa y vio a la abuela acostada en la cama. En seguida la amordazó, le prendió las manos, la escondió debajo de la cama, se vistió la ropa de la abuela y se acostó esperando a Caperucita.
Finalmente la niña había llegado a casa de la abuela y vio la puerta abierta y decidió entrar, al ver a la abuela acostada en la cama vio que ella estaba muy rara y como era muy lista vio que era el Lobo que estaba en el lugar de su abuela.
Entonces, Caperucita cogió un hacha que su abuela usaba para cortar la leña y antes que el lobo pudiese reaccionar la niña levantó el hacha y decapitó al lobo. Cuando ella encontró la abuela y la salvó. La abuela se puso muy contenta por su nieta estar bien y las dos juntas se libraron del cuerpo del lobo.
¡Y vivieron felices para siempre!
Carlita Roja
La abuela María, como era habitual todas las noches, se preparó para contarles una historia a sus tres nietos. Cuando ellos le preguntaron cuál era la historia que ella les iría contar, ella respondió que sería la Caperucita Roja. La Abuela iba a empezar a leer, cuando sus nietos intervinieron diciendo que ella solo les contaba historias del pasado, desactualizadas y pidieron que les contara una historia actual o entonces que inventase una. Así, la abuela pensó basarse en Caperucita Roja y transformarla en una historia interesante:
«Un día de Primavera, Carla estaba paseando en un centro comercial con sus amigas, cuando su iPhone tocó, era su madre pidiéndole que abandonase el local y fuese a visitar a su abuelita que estaba enferma y que le llevase comida y medicamentos. Carla, aunque contrariada fue a su casa buscar lo que su madre le había pedido para llevárselo a su abuela.
Carla le pidió a su madre el GPS para que no perdiese en el camino hacia casa de su abuela.
Carla ya estaba de salida cuando su madre la avisó que había un asaltante en una cierta carretera y que, por eso, aunque el GPS le indicase ese camino, debería seguir por la floresta, que era más seguro. Pero Carla no le prestó atención a su madre, recusándose a ir por la floresta. En el camino se encontró con un hombre, vestido de policía que se le acercó, diciéndole otro camino, presuntamente más cerca pero que en realidad no lo era y el hombre era el asaltante e indicó a Carla el camino más largo para tener tiempo de llegar primero a casa de la abuela. Y como el GPS se había quedado sin batería, Carla siguió las indicaciones del presunto policía.
Cuando el asaltante llegó a casa de la abuela, la prendió y escondió en la parte de afuera de la casa.
Carla, ese día, curiosamente entró por el sótano. Así encontró a su abuela a tiempo y llamó a la policía que ya buscaba al hombre hace mucho tiempo.
Todo terminó bien. Y Carla aprendió a escuchar a su madre.
Al día siguiente, Carla les contó su historia a todos sus amigos transformándose en una heroína. Carla también lo publicó en Facebook, volviéndose aún más popular.
A los nietos de la abuelita María les encantó la historia y, a partir de ese día, la abuela pasó a inventar historias más atractivas.
Mi novio... el Lobo malo
Desde octubre que yo era la novia del lobo malo. Ninguna persona de mi familia lo sospechaba, pero yo creí que ya era tiempo de contarles. Por lo tanto lo planeé todo con mi novio: nos iríamos a casa de mi abuela, un domingo para almorzar con toda mi familia.
- Tengo miedo de la reacción que tu familia pueda tener, Cape – me dijo el lobo.
- No te preocupes, yo trato de todo.
El domingo siguiente, él lobo y yo caminábamos por la floresta, y cuando íbamos por una parte oscura, yo escuché un ruido.
- ¿Qué es eso? – pregunté asustada.
- Voy a ver, quédate aquí. – me respondió el lobo.
Tres minutos después, mi novio volvió y con él venía un cachorro de león.
- ¡Qué cuchi! Se va a llamar Octo, porque octubre es nuestro mes favorito! – declaré yo, animada.
Seguimos nuestro camino hasta la casa de mi abuela. Cuando llegamos grité por mi abuela. Así que nos abrieron la puerta, yo dije:
- Familia, este es el Lobo malo, mi novio desde octubre.
Con una cara de pánico mi familia empezó a correr para lejos, menos mi abuela.
- ¿Vosotros sentís amor él uno por el otro?- preguntó ella.
- Sí, abuela.
- Sí, Doña Caperuza – dijo el lobo.
- Entonces, yo os doy permisión para que seáis novios.
- Gracias – respondimos nosotros, a una sola voz.
Y así fue el primero encuentro entre mi familia y el Lobo.
Érase una vez un Lobo malo
En un pueblo vivía una niña muy hermosa que se llamaba Caperucita Roja, porque usaba una caperuza roja.
Un día, su madre le pidió que llevara un regalo y comida a su abuelita que estaba muy enferma. Caperucita debía atravesar un bosque, donde encontró a un lobo que estaba en el camino.
-¿A dónde vas?
-Voy a casa de mi abuela.
- Y ¿vive muy lejos, tu abuelita?
- Sí. ¿Por qué?
- Apuesto contigo a que puedo llegar primero. Yo iré por este camino y tú por aquel.
La pequeña fue por el camino más largo, que el lobo le había indicado. Y se entretuvo cortar vallas y flores. El lobo llegó primero y tocó a la puerta de la casa de la abuela. Como la abuela estaba enferma, ella preguntó en la cama, quién era. El lobo fingió ser su nieta y pidió para entrar. Cuando estaba dentro, saltó sobre la pobre abuela y la devoró, pues estaba con hambre. Luego, se metió en la cama, disfrazado de abuela y esperó a que llegara Caperucita Roja.
Cuando ella llegó, el lobo le dijo:
– Deja tus cosas sobre la mesa y ven a mí.
Caperucita Roja obedeció y se acercó de la abuela, pero al verla notó algo raro:
– Abuela, ¡qué brazos tan grandes tienes!
– Son para abrazarte mejor, nieta.
- Abuela, ¡qué orejas tan grandes tienes!
– Son para oírte mejor, hija.
– Abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
– Son para verte mejor, hija mía.
– Abuela, ¡qué dientes tan grandes tienes!
– ¡Son para comerte mejor!
Y diciendo esto, el lobo se lanzó sobre Caperucita Roja y se la comió de una sola vez.
Por fin, el lobo se levantó, se fue de casa de la abuela y nunca nadie ha vuelto a verlo.
¿Moraleja de la historia? Las chicas bonitas y simpáticas no deben hablar con cualquier persona, pues pueden ser víctimas del lobo. Él puede adoptar muchas formas, pero es siempre malo y peligroso.
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