En un día soleado, Caperucita roja caminaba hacia el bosque para ir a la casa de su amigo lobo. Llevaba una cesta de picnic con comida en una mano y un sombrero para el sol en la otra. Tan pronto como llegó a la casa del lobo, llamó a la puerta hasta que después de tres toques la puerta se abrió y una figura alta, gris y fuerte apareció y la abrazó. Más tarde ese día, decidieron ir a recoger arándanos y luego hacer un pastel, pero durante esta gira, hubo un evento inesperado, la abuela que está en contra de su amistad, se acercó y le disparó un dardo tranquilizante al lobo, se quedó dormido y lo llevó en su camioneta. Presa del pánico, Caperucita corrió a la casa del cazador porque sabía que el cazador podía ayudarla. Y así fue, sin más preámbulos corrieron a la casa de la abuela, donde el lobo estaba atado a una silla aún inconsistente y la convenció de que el lobo era inofensivo y no haría daño a nadie, por lo que la abuela lo soltó.
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